La actualidad política pasó de absurda a totalmente ridícula



Madrid, Cundinamarca

Noviembre 22 de 2025


Por: Luis Guillermo Echeverri Vélez


No hay peor negocio que mentirse a sí mismo, y como sociedad venimos haciéndolo desde que la ética no hace parte del manejo de la cosa pública y se invirtió la función de riesgo frente a la justicia para todos los delincuentes al comando del Estado.


Mientras las FARC-EP armadas, narco-comunistas, terroristas y criminales aliadas de Santos y su combo desde Cuba, ya se disfrazaron de izquierda organizada y esperan listas a recibir la posta del nuevo M-19 que ya hizo el saqueo del erario, empobreció a los más necesitados y normalizó la corrupción; el país, huérfano de legalidad y justicia observa como la política pasó de un ámbito electoral democrático a un caos absurdo marcado por la ridiculez que está de moda: ser candidato presidencial, conseguir plata fácil y rápido, vivir de rumba metiendo de todo y dárselas de progre para poder figurar.


Cuando este país se regía por un marco legal que respetaba la constitución, antes de cualquier confirmación de avales lo que correspondía era un acto de contrición acompañado de un análisis de conciencia, no como dogma religioso, como garantía de corrección en el proceder. Pero eso no les calza a los egos alcahuetas de nuestros políticos.


No hay que esperar a que las cosas se desvanezcan para empezar a ver lo que nos puede ocurrir cuando nos negamos a la realidad viendo solo lo que queremos que sean las cosas. 


Estamos a merced de una clase dirigente ambigua pero que en esencia medra toda en la misma canoa del Estado. Permitimos que los intereses personales engañaran al electorado y todo lo que era ilegal terminó siendo legal y quedando en manos de criminales, delincuentes, narcoterroristas legislando y administrando el atraco a la hacienda pública en las narices de una justicia incapaz de recuperar la legalidad constitucional.


De no ser por Uribe que se le atravesó con una candidatura que ganó en franca lid las elecciones en 2018, Santos estaba listo para entregarle el país a Petro y luego a las FARC-EP. Y ese sigue siendo el entendido tácito de La Habana. El Centro Democrático y el gobierno saliente no fueron capaces de entenderse y terminó el país “apañado con pinturita”, como Medellín, en manos de la irresponsabilidad y la incoherencia.


Hoy el panorama no cambia, empeora. Hay más de 90 muñecos jugando en redes a la fama de ser presidentes, ignorando que las ambiciones de un hombre nunca deben exceder su verdadero valor. 


¿A quién creen que engañan más que a sí mismos los aspirantes a ser medidos con la vara de la incompetencia? ¿De verdad tienen la determinación, el valor, el equipo idóneo y profesional, la metodología, y la capacidad de convicción colectiva necesarios para manejar el manicomio en que Petro deja el país, si es que entrega el poder en 2026?


Entre tanto la tarea fundamental sigue pendiente y es la misma: recuperar la legalidad y con ello darle una oportunidad democrática a la justicia, en medio de un país que vive hoy engañado por una dirigencia movida por intereses particulares que cada vez parece alejarse más de los preceptos que protegen el interés general y el bien común de la sociedad. 

                                                    

Pocos discursos se refieren a los verdaderos problemas de la gente, del país y a su institucionalidad. Los ataques personales van y vienen sin garantía de gobernabilidad futura, mientras “el alacrán ya está metido en el zapato electoral” y espera a que se decante la ridiculez electorera y anárquica del sistema partidista democrático.


El poderío de las doctrinas socialistas que dieron lugar a los estados comunistas soviético y nazi alemán radica en la premisa de que “hay que hacer creer al pueblo que el hambre, la sed, la escasez y las enfermedades son culpa de los opositores y hay que llevar los simpatizantes a que lo repitan en todo momento”. Y eso exactamente es lo que están haciendo los que ayudaron a quebrantar el orden constitucional con el engaño de la paz y la utopía de negociar con criminales y todos los que están respaldados por el poderío del Estado, el dinero y las armas de las fuerzas terroristas del narco comunismo.


Nada más parecido a la realidad que vivimos que la descripción de la forma en que opera el populismo cuando se asienta en el poder y se rige por la descripción del autoengaño social que nos da el disidente soviético Aleksandr Solzhenitsyn: “Sabemos que mienten. Ellos saben que mienten. Saben que sabemos que mienten y sabemos que ellos saben, que sabemos que mienten. Pero siguen mintiendo”


Es así como todo lo que ocupa hoy las comunicaciones en manos de medios y redes es basura política, electorera, difusión de escándalos, ataques y descalificaciones entre irresponsables que solo crean mayor insensibilidad e indiferencia social, de lo cual se lucran quienes están en el poder y es muy posible que sigan en el poder.

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