Asociación Primero Colombia - ¿A dónde están los líderes? ¿A dónde están los buenos?



Documento - Conceptual

Junio 3 de 2025


Por: Luis Guillermo Echeverri Vélez


Conclusión: Emprendemos la liberación del yugo narcoterrorista aliado con la corrupción estatal, destructor de la riqueza natural, cultural y humana de las Américas o volveremos al colonialismo.

Sumario: Vivimos la era del conocimiento globalizado en que la integración digital y la convergencia científica y tecnológica abren infinitas posibilidades para el futuro de una Latinoamérica llena de gente indefensa pidiendo oportunidades, colmada de biodiversidad, aguas, forestas, riqueza mineral y fuentes energéticas necesarias en un mundo cambiante. Pero ello se contrapone a un incoherente “globalismo populista propio del progresismo”, que está liderado por políticos erráticos que creen vivir en el olimpo, se sienten omnipotentes, utilizan el poder como propio para dividir, generar caos, miseria y esclavismo, tapar su corrupción y conservar el poder. Por ello se requiere el raciocinio de líderes valientes, duchos y sensatos apoyados por el empresariado unido al trabajador como tabla de esperanza para Colombia y toda la región.

Parte 1 – Latinoamérica. Hablemos del estado actual de la región frente a la problemática geopolítica global.  Todas las naciones de las Américas vivimos y sufrimos en diversa escala problemáticas similares, asociadas a una caduca división conceptual entre izquierda y derecha sobre la cual cabalga la polarización extrema de ideologías totalmente mandadas a guardar que solo benefician los sistemas totalitarios que cercenan las libertades y llevan naciones enteras a la esclavitud total que representa vivir en pobreza extrema dentro de sus países, dejando como única opción la miseria del éxodo migratorio.

Somos una región importante que puede representar mucho para el futuro de la civilización, pero ello demanda que nuestras gentes estén bien gobernadas por líderes visionarios respaldados por gente buena, de manera que se le ofrezca a la sociedad garantía de continuidad en políticas de Estado y normatividades acertadas, seguras, estables y coherentes, para así poder lograr una integración física y digital que nos destaque frente al resto del mundo, nos permita atraer inversión y generar riqueza y bienestar colectivo.

Sufrimos de inseguridad pues hemos confundido libertad con libertinaje, y sufrimos de corrupción crítica pues no diferenciamos legalidad y tolerancia, y porque en general flaquea la justicia frente al terrorismo, y el civismo ante la ignorancia. Esto ha producido descontento social e indiferencia y desentendimiento de la mayoría de los que se hacen llamar líderes políticos y gremiales, una especie conformada por filipichines y figurantes en la palestra que presenta aspiraciones presidencialistas en los países; preguntándose la gente: ¿a dónde están los verdaderos líderes y los guerreros avezados en batalla por la libertad?

El multilateralismo, la sociedad civil y las asociaciones regionales del sector productivo perdieron su relevancia y su convocatoria justo cuando más amenazadas están nuestras frágiles instituciones democráticas.

El empresariado privado está llamado a rescatar la región de una clase política decadente que ha caído en la mayor degeneración, tiene la obligación de defender la libertad de nuestras naciones ante una política caracterizada por una ideología raquítica y famélica como la que le ha vendido el comunismo internacional por medio de Cuba a toda la izquierda progresista del hemisferio. Patronos y trabajadores deben aliarse, hacerse presentes y exigir probidad en el manejo de lo público con el propósito de generar valor y crecimiento regional.

En un mundo donde la nueva unidad de valor son los microprocesadores, Estados Unidos siendo el poder establecido, está dedicado a una guerra global con la China, y al tiempo la polarización extrema que define hoy su bipartidismo afecta el mundo entero y muy especialmente a Canadá y México con quienes no encuentran cómo consolidar la realidad de un innegable integracionismo social, económico y cultural.

Brasil vive en su propio modelo productivo distante e inalcanzable y su sabia diplomacia siempre ha rechazado el intervencionismo. Uruguay demuestra ser la cultura política más madura de la región, pero su dimensión es muy pequeña y gravita con Paraguay entre los problemas del barrio. En Argentina y parte de una Centroamérica dividida, Milei y Bukele están aún a prueba y ocupados librando batallas importantes. Piñera aflojó y Chile, con Boric dio una voltereta que lo tiene tambaleando en la cuerda floja al igual que Bolivia, mientras Perú y Ecuador pegan bandazos. Panamá es estratégico y más que nunca necesita atención pues se encuentra bajo el asedio populista revolucionario. Cuba, Haití, Venezuela y Nicaragua son naciones esclavas de la miserable irracionalidad del neo narco-estalinismo ante la indiferencia de los americanos que solo intervienen por necesidad o conveniencia propia. Puerto Rico y la Dominicana lideran las demás islas del Caribe que han aprendido a flotar y a sobrevivir el asecho de los huracanes.

No hay duda del riesgo que corre la libertad de toda la región ante el desplome de la tradición democrática colombiana. Santos prometió continuar el rumbo y llevarnos a buen puerto, pero en lugar de eso, le concedió impunidad y participación política al narcoterrorismo representado en las organizaciones criminales armadas, dejó ilícitamente plasmado en la constitución el desorden libertino en que está hoy el país y le abrió el camino al poder a un subversivo demencial. Duque hizo un buen gobierno, sorteó la pandemia con el mínimo impacto social y económico generando un gran crecimiento rebote, pero renunció a la tarea de dar la batalla cultural por la recuperación del espacio democrático que Santos les robó a los colombianos en 2016, con lo cual la política colombiana demostró ser totalmente incapaz de defender su sistema en 2022.

Latinoamérica necesita más que nunca un liderazgo firme y sólido para contener una avalancha destructora de nuestros Estados de derecho y nuestras economías, pero ¿a dónde están los grandes líderes regionales que posean la virtud de la integralidad democrática combinada con la determinación de servicio y la efectividad demostrada con resultados, y que tengan un reconocimiento generalizado?

Nos ha dejado el gran maestro Vargas Llosa su sólida posición sobre el deber ser de la democracia. Se está retirando Enrique Iglesias el verdadero apóstol del desarrollo y el multilateralismo hispanoamericano, y entre los grandes de la región solo nos queda Álvaro Uribe, un hombre que demostró con hechos ciertos que la democracia institucional apoyada en un sector privado dinámico y participativo, le puede ganar la batalla por la libertad a la alianza entre el socialismo del siglo XXI y toda suerte de organizaciones criminales financiadas por el narcotráfico y el terrorismo.

Se dice que nadie es profeta en su tierra, pero rásquele al que le pique, después de quince años de difamaciones e infames persecuciones políticas y judiciales, hoy sus ideas hacen parte inequívoca del renacer de las esperanzas de una juventud saturada de las mentiras y los engaños de la politiquería clientelista tradicional amancebada con la una populismo ideológico corrupto.

Uribe representa el último bastión, el álamo de la democracia latinoamericana. Es un caramelo escaso en nuestro hemisferio. Un hombre que un día llega a Washington donde demócratas y republicanos lo denominan sin titubeos como el Lincoln latinoamericano, y al día siguiente recorre los barrios de Colombia donde la gente del pueblo sale corriendo a abrazarlo.

Para que la región recupere el sendero del desarrollo y salga del estado de corrupción y violencia impuesta por el narcoterrorismo encamado con el clientelismo politiquero y ese neo narco-comunismo con careta de izquierda democrática en que nos tiene sumidos el mal denominado socialismo del siglo XXI, es prioritario aunar esfuerzos y recursos privados en todo Latinoamérica para ayudar a Uribe en la causa libertadora contra el yugo populista que se expande por toda la región, y en la formación de nuevos líderes que estén dispuestos en nombre del bien a dar la batalla ideológica, presencial y digital por la democracia y la libertad.

Parte 2 – Colombia. Dentro de la región Colombia con su biodiversidad y su condición de país tropical andino representa una pieza fundamental para el desarrollo regional pues está llamada a ser un gran centro regional de producción minero-energética, de conocimiento, inversión, servicios, logística, manufacturas y turismo. 

Pero hoy estamos en manos de un demente degenerado, rodeado de hampones y aliado con el mercado negro de las organizaciones narcoterroristas. Por lo cual puede destruirse la totalidad de los factores de formación de capitales y negocios lícitos y formales, que son los que pagan los impuestos que sostienen la economía estatal, generan utilidades y empleo del que dependen las buenas relaciones laborales, la formación de talento innovativo, y también la capacitación, calidad y especialización de los empleados públicos y la modernización, digitalización, eficiencia y transparencia en la gestión de las ramas del poder público.

La libertad en Colombia depende de la determinación política de erradicar el negocio asesino de la coca y la producción y venta de cocaína. Culturalmente hay que terminar con esa moda criminal.

Si la política no se regenera valores cívicos y éticos enmarcados en los principios de libertad y orden, seguiremos permitiendo que un puñado de hampones adueñados del Estado y armados de las caducas ideas revolucionarias produzcan la destrucción institucional, de la formación de cultura y de las posibilidades de transformación que nos abre la globalización del conocimiento.

Emprender el camino del desarrollo socioeconómico demanda líderes privados y públicos con verdadera vocación de servicio transformacional, que comprendan que todos servimos a un gran equipo que se llama Colombia. Líderes que repelan el clientelismo formen equipos con los mejores profesionales en cada sector de la economía. Equipos que tengan claro que todos siempre podemos y debemos ser reemplazables por alguien mejor, crean en la función facilitadora de los gobiernos y comprendan que el debilitamiento del sector privado contributivo representa la ruina del Estado y la pobreza de la nación. 

La apatía de la sociedad civil, gremios y las asociaciones privadas, está construyendo la guillotina en que nos va a despescuezar el progresismo y su populismo comunicacional, valiéndose de la venta de ilusiones inmediatistas propias de la realidad virtual del mundo digital, y que con nuestros impuestos paga la pauta mediática y maneja la chusma física y digital.

Nada bueno se construye sin hacer grandes sacrificios. Quienes realmente quieran transformar a Colombia para que florezca su potencial, llevarla al sendero del desarrollo socioeconómico y sacarla del caos y la mediocridad, tienen que estar determinados a hacer lo correcto, así ello conlleve un gran costo personal y colectivo. Tienen que comprender que la nación dejó pendiente en 2010 una tarea inconclusa, y que se cometieron errores estructurales que nos descarrilaron totalmente en materia de legalidad y seguridad ciudadana, que debemos volver a la interpretación correcta de las normas constitucionales vigentes y al redil del ejercicio de la democracia fundamentada en la independencia de poderes y en favor de la integración bajo un solo propósito de nación.

Colombia necesita la orientación de buenos seres humanos ajenos al individualismo y las vanidades de los egos inflados aferrados al poder y al dinero fácil, capaces de liderar con la convicción y el entendimiento de que un nuevo amanecer debe empezar por ponerse en la tarea de que los terroristas, narcotraficantes, asesinos, violadores, secuestradores, ladrones y todos los que han quebrantado la ley salgan de las posiciones de poder y paguen por el gran daño cometido.

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