Dos fuerzas opuestas e irreconciliables (Terrorismo vs. Conocimiento y Civilización)
Madrid, Cundinamarca
Mayo 22 de 2025
Por: Luis Guillermo Echeverri Vélez
El bien y el mal han sido y serán siempre dos fuerzas opuestas e incompatibles, lo mismo ocurre con la alianza entre el populismo y el terrorismo que se enfrenta al conocimiento y a los avances de la ciencia y la tecnología en beneficio de toda nuestra civilización en la misma medida que las virtudes éticas y cívicas sucumben ante el crimen organizado, la violencia, la ignorancia y la indolencia de quienes tenemos como gobernantes.
Mientras más progresa el conocimiento de los seres humanos educados, mayor parece la ignorancia cultural de sus líderes y su tolerancia con el terrorismo.
El debate ideológico entre izquierda y derecha dentro de la legalidad es ya materia obsoleta. Las comunicaciones están invadidas de la falta de sentido común propia del inmediatismo, equivocando a la gente que no es capaz de asimilar toda la información que recibimos a cada minuto sobre lo que acontece en el mundo.
La globalización es una apertura total al conocimiento, pero el globalismo es la lucha digital por la dominancia en términos de poder y se opone al progreso de la civilización entera.
El mundo puede estar muy loco, pero los líderes políticos que tenemos lo están mucho más, se dedican a jugar a ser dioses, unos con la riqueza pensando que es infinita, otros con la miseria de sus pueblos. Bien decía mi maestro que “los extremos siempre medran en la misma canoa”.
Vivimos entre populismos de extremos que hoy navegan en la demencia armamentista y se olvidan de los valores humanos.
Los grandes líderes mundiales juegan como en un videojuego con la seguridad del mundo y de la civilización actual, dejándola a discreción de la parametrización que cada loco le dé a la inteligencia artificial en las naciones más poderosas.
Entre tanto muchos de los líderes del mundo subdesarrollado destruyen: la niñez a golpe de hambre, secuestros, violaciones y construyendo madrazas de criminales y terroristas; la adolescencia con drogas, desinformación y vagancia, dejando el conocimiento reservado a personas desconectadas del liderazgo político; y machacan el espíritu ético y laborioso de sus naciones, jugando con su futuro socioeconómico al multiplicar la inseguridad y la corrupción.
Trump propone un “escudo de oro” satelital que proteja todo Estados Unidos que, para empezar, vale 175 billones y cada disparo cuesta 50 millones de dólares. Los chinos, los rusos, Israel, los mismos americanos y muchos países de la OTAN fabrican armas sofisticadas que venden a países que ejercen terrorismo de Estado y promueven el terrorismo religioso y el narcoterrorismo que generan matanzas y crímenes atroces en las zonas de guerras, conflictos fronterizos e internos por el poder, y donde operan organizaciones criminales contra democracias anárquicas y debilitadas. El terrorismo regenta Cuba, Irán, Corea del Norte, Siria, Irak, Libia, Yemen del Sur, Sudán, Venezuela, Nicaragua, Colombia y varias naciones africanas, y hay crisis en el Oriente Medio, una gran tensión entre China y Taiwán y guerras en Rusia y Ucrania, Pakistán e India.
Tiene el mundo gobernando naciones una colección loquitos y populistas soberbios obnubilados por el poder, los vicios y las drogas, que prometen gobernar bien pero que se dedican a convertir los Estados en proxenetas que subsidian y se valen del terrorismo y la violencia para controlar sus naciones, y se mantienen creando bazares de corrupción política que desmejora las mayorías y solo atiende minorías ignorantes e insensatas y sus incongruentes y falsas agendas progresistas.
Ya la polarización extrema, la que es irreconciliable, traspasó la barrera de la legalidad y enterró el sano debate democrático, ya supera la soberanía interna de las naciones, y está en manos de un puñado de lideres globales abusivos, payasos, ególatras, vanidosos, incultos e incongruentes a quienes cada día les importan menos los problemas de sus gentes, de sus propias economías y el progreso de la civilización, pues no entienden que vivimos en una era globalizada e interdependiente donde todas las naciones tenemos problemas comunes.
Los líderes de las naciones grandes y pequeñas están ignorando el hecho de que los graves problemas del ser humano demandan cooperación entre todas ellas, pues no se resuelven con guerras de poderío que pueden destruirnos a todos con solo loco que aprete el botón.
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