Memoria
Comparto este escrito en memoria no solo de mi padre, también muy especialmente de personas que ya no están en esta vida y que me ayudaron muchísimo cuando empecé a rejonear por los pueblos de colombia antes de ir a la península y luego en todas las temporadas fériales y que ya no están pero fueron padres valientes como el mío y estaban hechos de la misma madera del torero, fueron caballeros, amigos generosos, maestros y mentores y siempre los llevó en el alma. Don José Sanz de Santamaría quien ya invidente me hizo enamorar mucho más de mis caballos, Don Fermin Sanz de Santamaría hombre generoso de corazón esplendido y amigo como el que más quien apoyó mi aventura con consejos abriéndome su casa en la Holanda y haciendo que mi padre entendiera el valor que tiene ser torero. Alejandro Espinosa quien desde niño me enseñó cómo cuidar de mis caballos a suturar cornadas y a aliviar dolores, cojeras y cólicos. A mi tía Gloria Lara de Echeverri quien me apoyó cuando empecé mi carrera en los ruedos, al maestro Jose Eslava Cáceres con quien compartí muchas tardes como director de Lídia. A Hector Devia quien me dio tantas tardes en su hermosa plaza de madera por tantos pueblos del río Magdalena y con quien compartimos miedos y triunfos por igual. A los Doctores Ernesto y Herman Gutierrez y a Doña Berta Botero y Don Tory Castro que tanto me ayudaron. A don Jaime Vélez a quien tantos toros le mate. A Cristian Bleier porque me ayudo a poder abordar otra profesión y a ingresar a La Universidad de Cornell cuando la mafia quemó mi casa y mi vida tuvo que dejar el oficio para darle a mi familia una vida segura en otras latitudes durante 26 años, a Pacheco y Raül Echavarria Barrientos ambos hombres íntegros que me animaron a luchar en momentos que no fueron nada fáciles. A Oscar OKY Botero a quien quise mucho y quien fue mi mentor en los inicios de mi vida como rejoneador por su generosidad y cariño. A Don Juan Moura Padre de Joao Moura a Don Manuel Chopera, Jaime Arango, Simon Carreño y Manolillo de Valencia “el Cabezon” quienes me llevaron como apoderados abriéndome camino en españa Portugal Francia y en las ferias colombianas y muy especialmente a Antonio Rendón mi amigo y compañero que cuido tanto mis caballos que simuló las embestidas de los toros tantas jornadas de trabajo un jinete inigualable que un día se quitó la vida sin razón y a Gustavo Rúa quien fuera mi mozo de espadas y mi protector en la complejidad de los callejones de las plazas de toros donde los que embisten no son los toros sino muchas veces las envidias de los que no tienen el valor de ponerse delante y solo habitan esos burladeros que hay detrás de las barreras.
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