“La Alegoría de los Parásitos”



 Marzo 2 de 2021


Por: Luis Guillermo Echeverri Vélez

“Un parásito es un ser dañino e inútil que vive y se alimenta de un organismo huésped, bien sea sobre él o desde su interior”.

– El problema que más afecta el desarrollo de cualquier organismo, lo representa una infestación parasitaria. Algo que, por desgracia, no es solo un problema en los seres vivientes, pues se manifiesta, y de qué manera, en toda burocracia u organismos Estatales, ONGs y Multilaterales, y que sin duda, es causa de empobrecimiento e impide el desarrollo.

Nada que describa mejor aquellos individuos que viven y se nutren del Estado y sus órganos, a costa de los tributos de la sociedad y su sistema económico productivo. Y nada que corresponda más a la definición actual del promedio de los individuos que conocemos como actores que desfilan por el tinglado parlamentario, por otras instancias del poder público y por la cobertura mediática que a diario se realiza de la politiquería, sea nacional e internacional.

Los mantenidos del sistema político y su trabajo, se limitan, a beneficiarse de la destrucción facilista, tan propia del individualismo como del colectivismo ejercidos por acomodados y opositores, de la corrupción, y de la retórica con la cual engañan a sus benefactores, electores y a la población entera que dicen representar.

Pero dejemos que sea el lector el que analice este grave asunto de la cosa pública. Volvamos a la naturaleza, donde hay tres clases importantes de parásitos:

El primer grupo de parásitos, son los individualistas. en la naturaleza viven en la sangre o en el intestino. Pasan con mucha facilidad de un organismo a otro, lo cual ocurre por vía oral o fecal. Se pegan a los alimentos, dañando el organismo hasta que lo secan, y entonces migran a un nuevo huésped, justo antes de un próximo ciclo.

Pueden clasificarse en cuatro subcategorías: “Amebas”, organismos agiles que causan cólicos, retorcijones y diarreas estomacales, y que transmutan, cambian y se esconden con facilidad. “Flagelados o Azotadores”, son microscópicos, pasan desapercibidos y se mueven de forma rápida mientras se pegan destruyen los tejidos del cuerpo que habitan. “Submarinos”, que viven en el agua y pantanos, y cuando abordan un huésped, rodean las células hasta destruirlas. Y los “Hongos”, de reproducción sexual o asexual, que se meten dentro de las células vivas y desde allí, desapercibidos, crean enfermedades crónicas y difíciles de superar.

En la política los individualistas, se multiplican solos y de manera exponencial, hasta que plagan una organización, toda una población o una sociedad. A estos solo les aplica la ley del embudo: “Todo para adentro y nada para afuera”. Se caracterizan porque causan infecciones gravísimas. Los hay de derecha, de izquierda y de supuesto centro. Trabajan solos, su ética es inexistente y son exitosos, siempre a costa de los demás. Pasan de una entidad a otra, destruyen los presupuestos estatales y también se contagian por el contacto humano o por medio de las relaciones de negocio entre entidades públicas o de estas con los privados.

El segundo grupo de parásitos son los “Gusanos”. Estos, como los anteriores, combinan la vida libre con el estado parasitario, son más grandes y multicelulares. Por lo general son muy notorios y actúan solos una vez alcanzan su madurez. En política, son protagonistas y combinan su inmoralidad independiente con aquella que albergan tras sus posiciones en los partidos o instituciones del Estado.

De nuevo, los Gusanos se dividen en tres grupos: “Tenias”, “Gusanos de Cabeza Espinosa” y “Gusanos Cilíndricos”. Todos viven adheridos a los intestinos, al torrente sanguíneo, al sistema linfático y a tejidos subcutáneos y sus larvas o subordinados, causan enfermedades infecciosas y letales para el cuerpo humano, para una entidad o la sociedad entera.

El tercer grupo, son los Parásitos “Voladores”. Estos son de por sí causantes importantes de enfermedades como vectores o transmisores de muchos patógenos diversos y producen una enorme morbilidad y mortalidad. Por un lado, están las “Moscas, Mosquitos” y “Garrapatas”, que se valen de la sangre de un huésped para alimentarse y sobrevivir. Por otro, están las “Pulgas, Piojos y Ácaros”, que se adhieren a la piel, escarban y permanecen allí durante períodos relativamente largos.

No le costará mucho al lector, con un poco de imaginación, ponerles cara a estos tipos de parásitos entre las figuras políticas que actualmente toman las decisiones en nuestra sociedad.

“Hoy tenemos mucho más país que hace unas cuatro décadas, eso no se discute. Pero Colombia necesita continuar prosperando y para lograrlo debemos diferenciar entre quienes construyen y proponen políticas serias, y el parasitismo politiquero que destruye, pues se vale de lo que sea para lograr una victoria”. (†)

 (†) Las infecciones parasitarias provocan una enorme carga de enfermedades tanto en los trópicos como en climas más templados. De todas las enfermedades parasitarias, la malaria es la que produce más muertes en el mundo. Mata a aproximadamente 660,000 personas por año, la mayoría de ellas niños pequeños en el África subsahariana. Las enfermedades tropicales desatendidas (ETD), que sufrieron la falta de atención por parte de la salud pública, afectan a más de mil millones de personas (un sexto de la población mundial), mayormente en áreas rurales de países con bajos ingresos. Estas enfermedades se cobran un precio muy alto en las poblaciones endémicas, que incluye no poder ir a la escuela o al trabajo, retraso del crecimiento en niños, deterioro de habilidades cognitivas y del desarrollo en niños pequeños y la grave carga económica que implica para países enteros. No obstante, las infecciones parasitarias también afectan a personas que viven en países desarrollados, incluidos los Estados Unidos.

El país requiere acompañar el llamado presidencial a un acuerdo mediante el cual el contraste ideológico exista dentro de la “legalidad”, y que el marco real en el cual se mueven los poderes públicos, no sea el aval a la criminalidad y a la corrupción, pues de ella emanan las infecciones parasitarias”. 


¿Será que el parlamento, la justicia y las burocracias enquistadas en entidades del administrativo, se van a tomar el vermífugo, o van a dejar a Colombia por siempre en el mísero estado de infestación parasitaria?

En vísperas del próximo periodo electoral, el país se pregunta desconcertado; ¿Si la clase política le puede garantizar ese sueño progreso, desarrollo y prosperidad?

Que tarea difícil, le confía nuestra democracia a una juventud mayoritaria que tiene la posibilidad de marcar el camino legal o ilegal que recorra Colombia en el futuro inmediato. 

De la mediocridad de los populistas solo diré; que su espectáculo es triste, pues en realidad solo quieren imitar a los que han saqueado la nación por décadas, pero lo quieren hacer armados del resentimiento enceguecido que multiplica a su afición por la ilegalidad propia de su eterno estado parasitario.

No hay aún en el horizonte, un nuevo líder autentico que sea capaz de sostener una verdadera bandera honesta sin compromisos, de conducir la nación por la senda de la libertad enmarcada el orden que demanda la legalidad, el emprendimiento y la equidad; léase, una cultura de respeto y cumplimiento de las leyes, la expansión del sistema de libre empresa y el desarrollo social que ha marcado este difícil a inédito período de gobierno.

Gran parte de los que se denominan políticos, se han convertido en los parásitos de la sociedad. Los poderes públicos están infestados de una población que apesta, enfláquese, seca y mata el organismo nación. No debemos caer en un estado crítico que puede mandar al matadero el sistema de libertades a un precio que, ni siquiera alcanza para la reposición de los gastos.

La infestación parasitaria en la política, primero invade y se enquista en el parlamento, que es el intestino de la democracia y se expande por las regiones; luego pasa a la sangre y al sistema linfático, que es la administración pública; y en algunos casos puede paralizar el sistema nervioso, afectando la rama judicial, que no es más que la garantía de estabilidad del pacto social del cual depende nuestra nación.

Atención; el país necesita ser atendido de urgencia. La inconformidad política actual, demanda un purgante que rebaje los niveles parasitarios con que carga el estado, llámense corrupción, mediocridad, ideologización o populismo, y reemplazarlos por valores reales de líderes con principios que nos ayuden a sobrepasar esta crisis en la que hemos caído, donde bajo la influencia de una cultura mafiosa y unos medios nublados por el sensacionalismo, es evidente la ceguera de las cortes, que están llamadas a definir en justicia, sin que las diferencias entre la ilegalidad y la legalidad, parezcan harina del mismo costal.

Fin. LGEV – V.7., marzo 2, 2021

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