¡ALGO ESTA MAL!

 

Madrid, Cundinamarca

Noviembre 28 de 2020




Por: Luis Guillermo Echeverri Vélez

Agricultor, Ganadero, Empresario, Abogado, Economista agrícola y Rejoneador de Toros.


Argumenta esta nota, que en la sociedad democrática actual se elude la responsabilidad ciudadana, cuando reclamar derechos no debe preceder al cumplimiento de las obligaciones del individuo, y son estas las que deben anteceder y habilitar el ejercicio de los primeros.


Algo anda mal en la conducción de la sociedad, y ello afecta la del Estado y la convivencia en democracia. Hay que prestar atención a los problemas sociales que están llevando a la juventud y a otros segmentos poblacionales a las conductas de violencia individual y colectiva que se observan en la sociedad occidental.


Divide y reinarás: Es el lema facilista de la retórica propia de inútiles e incapaces.


El asunto no es ideológico. Es cómodo recurrir a la dialéctica para eludir la síntesis, exculpándose, polarizando y trasladando a otros o al Estado, las obligaciones y responsabilidades personales. Grave problema es la falta de unidad nacional en cuanto a lo fundamental. Convengamos en que hoy, el contenido social de cualquier idea que se transforme en política pública debe atender el interés general y el bien común, y que se puede determinar lo legal, ético, correcto y eficiente, de forma cuantitativa más que argumentativa, por medio de datos sólidos y tecnología. No podemos calificar como útil algo que no genera un buen resultado o contraviene la legalidad. 


Nos cuesta elegir entre el buen ejemplo y el mal ejemplo. 


No es un acto responsable, darle bomba y pantalla y convertir en figura a un irresponsable o a los delincuentes. El país se engaña con el mal ejemplo de una serie de “líderes” e “influenciadores sociales” que poco le aportan al progreso social, cuando se cuenta con personas dedicadas a cultivar la excelencia; científicos, profesores, administradores, deportistas y artistas, reconocidos internacionalmente por su excelencia profesional, y en la conducción del Estado un hombre sensato, capaz y dedicado a obtener buenos resultados.


Sufrimos las enfermedades propias de la anarquía o abuso de la democracia.


El mérito del esfuerzo y el cumplimiento ha sido reemplazado por el facilismo propio de quienes eligen el sector público como fuente de enriquecimiento, porque la remuneración no está condicionada a los resultados. El Estado democrático ha sido invadido por varias pestes crónicas; clientelismo, nepotismo, proliferación de fami-empresas políticas, derroche, malversación de recursos públicos, corrupción en contratos, licitaciones, trámites y permisos.


La elección de funcionarios públicos bajo la paradoja del síndrome de Estocolmo.


En la anarquía o democracia populista, el elector está siendo víctima del elegido. Salvo honrosas excepciones, como sociedad estamos condenados a pagar un precio muy alto, mientras la postulación para listas de elección popular y para todo tipo de cargos de responsabilidad, no se surta por medio de criterios y procesos objetivos que supongan una precalificación de idoneidad, y siga realizándose por medio de la recomendación clientelista por nepotismo, “guiños”, coimas, favores y prebendas de toda naturaleza.


En el sector privado, para ser parte de un equipo profesional deportivo, empresarial o para desempeñar cualquier trabajo, se exigen competencia, idoneidad, responsabilidad, ética gerencial y técnica, salud física y mental, buena conducta, preparación, conocimientos, experiencia, efectividad y talento.


Adelanto tecnológico y científico y retroceso de los partidos políticos.


En medio del momento en que nuestra civilización alcanza el mayor grado de conocimiento mediante la convergencia científica y tecnológica, estamos retrocediendo como sociedad democrática a cuenta de la pobreza conceptual de los partidos políticos que no se toman en serio el mantener un acervo ideológico sólido y menos contar con un mínimo de prestancia ética y profesionalismo en sus estructuras operativas.


Lo partidos políticos en todas las democracias occidentales se convirtieron en inmensas agencias temporales de empleo estatal en función de los resultados electorales. No le dedican un minuto a la calificación de la honorabilidad y la competencia de sus estructuras directivas.


En buena parte de las democracias del mundo, los parlamentos perdieron la sana iniciativa legislativa y la disciplina doctrinaria, y están convertidos en bazar de influencias mientras utilizan el control político como una herramienta de oposición ideológica.


Todo empieza por la cultura de la legalidad.


Algo anda mal, cuando la sombra de ley es la trampa y eso hay que corregirlo. Algo anda mal cuando la gente sale a la calle a hacer daño, careada por las organizaciones y las personas que deberían ayudar a construir un mejor futuro.


Los derechos no pueden anteceder las obligaciones.


Parece que, a mejor nivel de vida, mayor inconformidad social. El problema está en la moda de reclamar y protestar en función del activismo fundamentado en intereses particulares, y lo que es más grave, que las nuevas generaciones parecen primero sentir, luego obrar y finalmente pensar o reflexionar, y si ven que se equivocaron, no les importa.


El camino para saber qué está mal, debe ser la auto reflexión individual, familiar y en cada núcleo social sobre cuál debe ser la conducta y el ejemplo a seguir, para poder tomar las acciones, corregir los males sociales y progresar. El camino no debe ser el de la protesta social, culpar solamente al gobierno y la dirigencia empresarial utilizando como dialéctica la promoción del odio de clases, ni la queja constante que solo favorece los intereses lisonjeros del populismo. 


Conocimiento para generar igualdad de oportunidades. 


Es innegable que la transformación digital elimina un sin número de barreras sociales y genera equidad e igualdad en materia de conocimiento y oportunidades de progreso, pero claro, ellas van a depender de cómo las sepa o no aprovechar cada generación en cada nación.


Agresividad y violencia verbal en medios y redes sociales.


Las redes sociales prestan sin duda un servicio infinito, pero también son una forma de manipular la opinión, de difamar con información falsa y pueden convertirse en un vicio y una forma muy sofisticada u ociosa de procrastinar.


Algo está mal cuando las personas se insultan y se agreden todo el día en las redes sociales, azuzados por la irresponsabilidad de los medios que viven del titular escandaloso en función del rating. Hoy el problema más grave de las redes sociales es que son una ilusión mental en la cual cada individuo se siente omnipotente al poder expresar lo que quiera sin responsabilidad ni consecuencia alguna por lo que diga, y puede gastar su tiempo como quiera, sin tener que cumplir con ningún requisito y obligación ética diferente a pagar el acceso a minutos o datos en su cuenta celular. 


Aclaremos si hablamos de libertad o de libertinaje.


Algo anda mal con estos conceptos mientras la democracia no sea más exigente y cada día se abuse más del significado de la libertad en favor del libertinaje. Estamos a merced de una mediocridad inmediatista e individualista que destruye la sociedad.


Hoy la gran mayoría de las personas que participan en la política, solo ven en ello un “negocio” y una fuente de enriquecimiento fácil, una escalera socioeconómica para ganarse un estatus y un flojo reconocimiento social.


Algo está mal. Aquí el problema es que la política está tan desprestigiada, que lo mejor de la juventud no quiere acercarse a ella, mientras los que no logran madurar y formar su criterio, se doblegan ante la tentación adictiva de las sensaciones fuertes que producen las drogas o la violencia física.


La apuesta de cada núcleo social debe ser en la nutrición infantil y la educación. 


Algo está mal, tenemos que corregirlo. Colombia es un país libre que cuenta con jóvenes capaces, hechos a pulso, preparados, con personas de bien que han triunfado en sus profesiones, con una ética de trabajo y una conducta profesional laboriosa, creativa, contractiva, sana y eficiente, es a ellos a quienes hay que darles las oportunidades, no a los que se dedican al cocinar el caos. Tenemos que nutrir y educar bien a los niños y ocuparnos de dar buen ejemplo para formar nuevas generaciones cultas e integras y menos zombis y embriones de delincuentes.


LGEV. V-7 Nov. 28 de 2020.

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