El Manejo de Cambio como fusión esencial y exponencial del desarrollo socioeconómico



 

Por:  Luis Guillermo Echeverri Vélez

Noviembre de 2019

(Versión recuperada, Abril 29 2019)


¿Cuál es la importancia del manejo de cambio? El cambio constante a velocidad incremental, es un hecho incontrovertible que sobrepasa todo tipo de consideraciones filosóficas, políticas o espirituales. Se convierte en el factor esencial que determina la supervivencia en la era que nos correspondió vivir y trabajar.

 

El manejo de cambio representa la velocidad a la cual un líder y una organización, se anticipen a los cambios que imprimen la modernización tecnológica y los adelantos del conocimiento.

 

Durante los últimos 50 años nuestra civilización ha cambiado más que en los últimos 3000 años; incluso más que en tres millones quinientos mil años. En países como el nuestro, hay grupos que se resisten ser gestores de cambios fundamentales en función de progreso tecnológico, y otros que proclaman como cambio, la destrucción del sistema de libertades y economía de mercados.

 

Hoy la velocidad del cambió es vertiginosa: el cambio en las comunicaciones ha sido vertiginoso. Pasamos de señales de humo a las palomas, los mensajeros físicos sobre caballos y en diligencias, carros, barcos, trenes y aviones, al Marconi, el telegrama, la telefonía análoga, el fax…  todo esto, utilizando solamente alfabetos convencionales formando por palabras con caracteres, y matemática lineal. Hoy vivimos la revolución de las telecomunicaciones basada en un alfabeto digital de dos caracteres (I,O), que permitió la vertiginosa evolución de la capacidad de proceso de datos convertidos en información. 

 

Los cambios en las comunicaciones humanas y en el entendimiento se surtieron de forma conjunta en Hardware y Software con la creación de tres factores: el Internet, las Base de Datos Relacionales, y el Procesador de Datos con su capacidad y velocidad para manejar mensajes y secuenciar datos. Esto habilitó la convergencia tecnológica sobre la informática, que nos llevo de la ordenación de mensajes, a la creación de información, y a la certeza del conocimiento probado estadísticamente de todo aquello que representa la vida y que compone nuestro planeta.

 

A lo anterior hay que agregar, que gracias a la secuenciación automatizada de datos e información,
pasamos a la era del alfabeto genético compuesto por cuatro caracteres, que funciona por pares nitrogenados que son las piezas básicas en toda forma de vida. 

 

Gracias a la decodificación del ADN natural en cuatro letras: A (Adeina), T (Tiamina), G (Guanina) y C (Citosina), fue posible la secuenciación de los genomas de todas las especies vivientes y la subsecuente codificación genética realizada por el ser humano con la ayuda de la informática, a lo cual se sumó otro gran cambio, manifiesto en la capacidad de codificar las estructuras de la naturaleza. 

 

Recientemente el hombre agregó en el laboratorio dos caracteres más al alfabeto genético: X (d5SICS) y Y (dNaM), con lo cual inició la producción de organismos que incrementan la capacidad de generación y fabricación industrial de nuevos nano-materiales, fármacos, antibióticos, vacunas y elementos, que mejoran los procesos químicos y físicos del ADN natural. En tan solo 30 o 40 años, el hombre ha podido explicarse el origen y evolución de la vida y de todo lo que conforma su planeta, y ha desarrollado tecnología y herramientas que le han dado el conocimiento necesario para poder influir y cambiar todo aquello que compone la naturaleza de nuestro mundo.

 

Entendamos pues, que somos una civilización que cambia constantemente a una velocidad inimaginablemente vertiginosa. Por tanto, cambiar o no hacerlo, ya no es una opción; el cambio es inevitable. Si no manejamos el cambio de manera sensata, ágil y dinámica, este nos afectará dramáticamente de forma negativa. A la vez, si abrimos nuestra mente y nos convertimos en actores de cambio, utilizando la tecnología y el conocimiento en tiempo real, encontraremos cada segundo una forma más eficiente de progresar como personas, naciones y civilización.

 

El cambio tecnológico es un hecho tan fuerte e impactante en nuestra civilización y nuestro proceso lo describe Juan Enríquez C.: “el cambio tecnológico es una ola incontenible que, si no somos capaces navegar, puede destruirnos como naciones; pero si sabemos abordarla en el momento indicado y de la forma correcta, nos puede llevar a mutar de forma positiva; como individuos, como organizaciones, como sociedad, nación o civilización”.

 

Estos cambios han sido posibles con el paso de la máquina de escribir a la aparición de la computación electrónica y a su pronta evolución al ordenador personal, ocurrida un poco antes del milenio, con la cual se inició la revolución informática que pronto pasó del trabajo conjunto sobre LANs (local área networks), a la creación y expansión de la red global, (internet o World Wide Web). Esto, combinado con la utilización de matemática matricial, nos dio la capacidad infinita de relacionar en una misma base de datos, todo tipo de mensajes que pueden viajar sobre esta telaraña transportadora globalizada, metidos en nuevos leguajes de programación que codifican información, la transforman y la traducen en conocimiento.

 

El conocimiento ahora es un valor universal al que se puede acceder por igual: todo individuo, empresa, organización o nación que tenga “Conectividad” puede acceder a ello.

 

Pero no podemos dejar de observar que, en medio de esta revolución digital, el buen ejercicio de la política como forma organizacional de toma de decisiones en las naciones, los estados y los núcleos sociales, parece ir en reversa o estar perdido en divagaciones sin sentido.

 

Los sistemas políticos, y sus actores o dirigentes, se resisten a un cambio que ya ocurrió. Desconocen, en función de inmediatismos, egoísmos y envidias, que ya hacen parte de un pasado insensato y obsoleto, que fueron reemplazados por las fuerzas que afectan de manera muy significativa el transcurrir de cada segundo de la vida de los seres vivientes. Desconocen que su resistencia al cambio destruye los conceptos organizacionales por los que se rigen las naciones y pactos sociales relacionados con diversas formas de gobierno.

 

Durante una intensa semana hemos visitado cinco ciudades del Asia y hemos recorrido en trenes rápidos el territorio chino, observando el proceso de cambio de esta sociedad y los individuos que la componen y que hoy son sus principales agentes de cambio. Este ejercicio pasa de una capital y varios centros urbanos en pleno proceso de transformación, a unas zonas rurales donde a partir de miles de años de pobreza y abandono, hoy aparecen diariamente nuevos centros urbanos modernizados y nueva ciudad tecnológica completamente moderna integrada a la vida digital a la cual el líder nacional le dio vía a libre para atraer inversión a largo plazo, construcción y desarrollo de oportunidades de educación y trabajo, mediante la transformación tecnológica.

 

Es impactante la observación física en tiempo real, del proceso de cambio que sufre hoy la integración de Hong Kong a la China, y el efecto en todos los demás países que conforman todo el continente asiático. Un cambio que se ha desatado a partir de la comprensión, de las personas preparadas, de las empresas y los gobiernos de estas naciones, sobre cómo opera la espiral exponencial de cambió tecnológico en el cual entró el conocimiento, las comunicaciones y la forma de vida de los seres humanos, en el mundo que habitamos en las últimas cuatro décadas.

 

Por todo lo anterior, si el objetivo del ser humano, de una nación, del Estado, las empresas u organizaciones, es el desarrollo socio-económico como función generadora de equidad sostenible en el tiempo, el cambio es el factor que más buen manejo requiere. Para que cualquier ser humano o cualquier forma de organización se adapte a una nueva tecnología, es necesario que; por cada dólar invertido en hardware, se inviertan tres en software, y por cada dólar invertido en software, se deben invertir tres más en manejo de cambio.

 

Hoy, mientras en los laboratorios se clonan animales, se crean nuevas variedades de vegetales resistentes a plagas -con diversas estructuras genéticas de características especiales de cualquier tipo, color, sabor, contextura, resistencia, adaptabilidad, tamaño; mientras se empiezan a reproducir órganos- los políticos en los parlamentos occidentales solo piensan en acumular poder, en gestionar contratos como forma de enriquecimiento personal, en pagar sus costosas campañas políticas, en los fortines de empleo que controla cada colectividad dentro de unas burocracias estatales estáticas, insensatas e insensibles, a las que nadie más que la corrupción parece controlar.

 

En contraposición a lo anterior, de múltiples conversaciones con dirigentes y directivos, políticos y privados, durante un corto pero intenso viaje por el Asia, salen tres conclusiones fundamentales:

 

1. Si queremos progresar, si queremos el bien para nuestra nación, quien gobierne no puede dejar de lado como el principal elemento a considerar: el cambio constante y el manejo del mismo, como forma elemental de generar valor a su gestión y por tanto al ciudadano.

 

2. Hay una serie de vectores de cambio que no se pueden ignorar y que tienen que ser parte de la agenda diaria de cada una de las personas con capacidad decisiva dentro del gobierno. Ello si queremos cambiar en función al desarrollo socioeconómico y progresar con equidad, en lugar de administrar un constante empobrecimiento.

 

3. El camino al desarrollo y al progreso, como nación y sociedad organizada, solo se logra evolucionando y adoptando una “cultura de gestión Digital del Estado”. Pasando, de la analítica deductiva tradicional fundamentada en una dialéctica demagógica, a la toma de decisiones a partir del conocimiento que arrojé la conformación y administración de data centers que funcionen bajo la integración y proceso de datos en tiempo real.

 

Todo plan de desarrollo de una nación que quiera acomodarse a la era actual tiene como el único camino a un futuro con progreso en función de una mayor equidad social, el manejo del cambio. Después de observar los cambios recientes en muchas de las sociedades asiáticas es clave entender que ello no se logra sin reconocer, que el recurso humano es hoy en día el principal valor de una nación, de cada núcleo sociedad y de cada Estado, por lo cual debe ser siempre su principal inversión. Las naciones solo van a lograr sobrevivir si cuentan con personas capaces de absorber nuevos conocimientos.

 

Como sociedad debemos seguir persistiendo, perseverando, en la importancia de la Legalidad como la intersección de la Justicia y la Seguridad; en el Emprendimiento, como la fuerza de la inversión constante en talento humano, ciencia y tecnología, producción y servicios. Concentrarnos en ser eficientes como conjunto- Estado/particulares- y hacer a un lado todos aquellos “vectores tóxicos” que distraen a un país y lo alejan de su objetivo esencial: Crear oportunidades de trabajo y progreso como función de inversión tecnológica, mejorar la calidad de vida de los ciudadanos por medio de la generación de valor sostenible, y operar el reconocimiento y distribución equitativa de ese valor, en función del merito y el aporte individual de las personas y las empresas.

 

Por todo lo anterior, hay dos factores importantes para Colombia en materia ejecución de un plan de Gobierno efectivo:

 

1. A mediano y largo plazo: entender cómo factores críticos de inversión (que nunca considerar como un gasto estatal), el manejo de un cambio cultural que nos saque del abuso de la libertad y nos haga consientes de nuestras obligaciones como ciudadanos. Un ejemplo claro debe ser el respeto por la vida y la intolerancia con la violencia doméstica o intrafamiliar, la nutrición de la madre embarazada y del infante, de manera que tengamos cerebros capaces de sobrevivir en la era de las sociedades del conocimiento.

2. A corto plazo: adoptar un sistema de legalidad basado en el entendimiento y el manejo constante del cambio tecnológico con altos estándares éticos, la digitalización del Estado a partir de la centralización de datos, considerando al recurso humano como el activo más valioso, con foco en estrategia de progreso moderna, lejana a las bizantinas discusiones de derecha e izquierda, implementada con perseverancia y la mayor eficiencia posible.

 

 

Finalmente hemos identificado que los diversos “Vectores de Cambio”, se pueden resumir en 7 prácticas esenciales, que espero sean de utilidad a quienes lean este documento:

 

Primer Vector. Reconocer la existencia del Cambio. Quien no reconoce el cambio como el principal factor de desarrollo social y económico, esta condenando todo aquello que depende de sus decisiones, al fracaso absoluto.

 

Segundo Vector. Entender la magnitud del cambio. De ello depende que abramos nuestra mente a cambiar.

 

Tercer Vector. Entender que el cambio es una constante que no se detiene ni se va a detener, que no es bueno ni malo, es. El Cambio es una realidad que sobrepasa toda consideración filosófica o ideológica.

 

Cuarto Vector. Entender la velocidad del cambio. La velocidad con que se analice el cambio y con que se anticipe, es el único factor que interesa al cambio. Hoy, la velocidad con que se entienda el cambio, es factor del que depende la sobrevivencia del individuo, de todas las organizaciones, incluidos los Estados y por tanto de las naciones.

 

Quinto Vector. Entender que la adaptabilidad al cambio, depende y está directamente relacionada con la inversión en Investigación y Desarrollo.

 

Sexto Vector. Entender la importancia de la anticipación y del “timing” en los procesos de cambio. La oportuna selección de tecnologías adecuadas a las necesidades y el descarte de aquellas que dejan de servir o son reemplazadas y caen en lo obsoleto.

 

Séptimo Vector. Entender como ser un agente de cambio que comunica eficientemente dentro de las organizaciones y a quienes dependen de nosotros; la importancia, magnitud y el significado de cambiar como forma de vida y supervivencia en la civilización actual.

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