¡Acordémonos que El Futuro de Colombia es asunto de Todos!
13 de noviembre del 2018
Lo más fácil siempre es culpar de todo al
gobierno de turno. Errores se cometen y se pueden corregir al andar, pero el
caso es que, gústenos o no, estamos todos montados en la misma barca, y sólo si
remamos para el mismo lado, tendremos en nuestras manos la oportunidad de
elegir el camino al progreso.
Progreso socio-económico que solo se
logra sin más despilfarro irresponsable, con disciplina fiscal, cultura
contributiva con sentido de propiedad, incentivando la inversión para construir
y generar empleos, lo cual genera más consumo, con lo que se abren
oportunidades de producción.
Pero para poder acceder a ese sendero el
mensaje del país no puede ser uno de total desacuerdo sobre el modelo de
gobierno y el sistema de libre empresa, pues el capital es cobarde y encuentra
otros horizontes.
Venimos de 8 años de una dictadura
mediática, que funcionó de maravilla con el aceite lubricante y los aditivos de
la grasera que manejaron divinamente, quienes desde puestos familiares en la
casa editorial saltaron a dedo, al manejo del Estado. Imperaron, un gobiernismo
gremial que rayó en lambonería y el temor de muchos a un gobierno que no se
paró en pelos para desplegar las acciones de toda su extensa batería lacaya,
compuesta por sabuesos de muy diversa especialidad.
Santos se inventó que aquí el malo, el
corrupto, el “paraco” era Uribe, para que los medios bajo su control e
incentivos contractuales, tuviesen a quien echarle la culpa de todo, mientras
él “como el mago Fu-Manchu, convertía a su amaño, en legal todo lo que hasta
entonces había sido ilegal”.
Así la seguridad democrática como la
política de Estado respaldada por más del 80% de los colombianos, fue destruida
por Santos al desconocer sus cinco elementos; conceptos que nunca quiso ni
logro comprender, pues su objetivo no era otro que comprar con nuestros
impuestos y a cualquier precio, un acceso a la galería histórica de la efímera
fama.
Santos cambió la seguridad física para
todos; la transparencia en el manejo del Estado; la cohesión social; las
libertades y garantías sociales y la independencia de poderes; por una retórica
de falsa paz, manejada con una grasera mediática de miles de millones de pesos,
que repartían sus agentes colocadores de medios y la famosa “oficina del barrio
Rosales” que empuñaba una fuerte tenaza estilo “camorra napolitana”, más
poderosa que la de la propia “Oficina de Envigado”.
Y se pregunta uno si no es muy sutil la
diferencia entre: Uno, la descarada máscara del frentero crimen callejero
narcoterrorista, claramente injustificable y hoy más que nunca, “bien
representado” en el parlamento e infiltrado en el sistema educativo; en algunas
muy miopes centrales obreras, y hasta en algunas instancias del servilismo
castrense que también desfiló por la Habana, saludando Raúl y sus generales; y
dos, la careta y los artilugios del crimen de cuello blanco y el reparto en la
social-coctelera capitalina de los mismos con las mismas, que no se expone
nunca y pesca lisonjera, siempre a la fija.
Si el país de bien no apoya a Duque,
hombre transparente y capaz que juega limpio en el ejercicio de la
administración pública; si se queda cruzado de brazos criticándolo en redes y
repitiendo las falsas apreciaciones de “los propios” que titulan en los
portales de los radio-juzgados matutinos y las operetas de la noche; si no hay
sanción social dura y homogénea a quienes calumnian; si no recuperamos la ética
en el ejercicio de las comunicaciones, de la justicia y las autoridades de
control y de la política; y si no apoyamos al que elegimos y que ha demostrado
en pocos días ser capaz de manejar el ejecutivo con decencia y sin atropello;
entonces, estaremos auto-condenados a seguir sufriendo a cuenta de discusiones
falsetas, entre dañinos mediocres izquierdistas amanuenses del narcoterrorismo,
y antagónicos dinosaurios maldosos, como son algunos mediocres derechistas.
Si no paramos bolas y entendemos que el
Futuro de Colombia es asunto de Todos, que debemos atender con sentido
patriótico y compromiso cívico; seguiremos atados a las verdades de un día de
los ocurrentes guionistas de la tragicomedia mediática que diariamente cambia
de escándalo destructivo, como cambia de suspenso entre capítulos, una
telenovela.
Si no le ponemos atención al estado de
gravedad de lo recibido y apoyamos al gobierno; seguiremos a la merced de
personas que hablan y opinan como si fueran sabios y supieran de todo, pero que
va uno a ver y por preparación solo tienen estudios avanzados en chismografía y
difamación viperina, que no tienen amigos sino fuentes y que gracias a lo
empalagados que viven con lo que los Santos y su servil ministro mal llamaron
“mermelada”, son los que llevan al país andando a paso acelerado, pero en
reversa.
Si no nos apechamos todos de respetar la
legalidad y de trabajar por emprender y manejar un proceso de cambio cultural
que nos saque del vicio de la habladuría y la criticadera que solo sirve para
defender los intereses del individualismo; seguiremos, esclavos “del que dirán
mañana en los medios” y temerosos en función de quienes, no sé si de gratis,
pero le están tendiendo la cama a organizaciones criminales como las FARC-EP,
el ELN el EPL, las bandas criminales criollas e internacionales, y sin duda al
populismo totalitario que destruyo a Cuba y a Venezuela.
¿En dónde están los gremios? En dónde los
dueños de los negocios que deberían estar en este quirófano ayudando a salvar
el país. De poco sirven en NYC, París, Madrid o Miami, mientras la gran mayoría
del empresariado nacional no puede ni quiere sacar sus capitales del país,
entre otras porque si lo hace de inmediato serán divididos por un denominador
igual a la tasa de cambio.
No dejemos más al país al garete, en
manos de presidentes de gremios que fueron muñecos en la vitrina gobiernista de
Cuba. No dejemos más al presidente solo y a las juntas directivas de los
gremios en manos de la mentalidad inmediatista de quienes solo responden por un
balance y administran nómina con plata ajena. Pongámonos la camiseta de
Colombia, hoy que tenemos un gobierno decente y trabajador al que debemos
ayudar a empujar el carro.
Da vergüenza saber que toda la bulla de
esa matraca alquilada, todo ese ruido que estamos escuchando en criticas al por
mayor, desaparecería como por arte de magia con el simple reparto de puestos y contratos,
que Duque valientemente se ha negado a feriarle a todo tipo pájaros
recicladores.
Salgamos del vulgar amancebamiento con
anarquía y tengamos el valor de trabajar por un Futuro para Todos en función
del progreso social y económico de nuestra Colombia. Pensemos en nuestros
niños, a quienes los políticos locales les roban el alimento, y a quienes, por
falta de propósito generalizado, les estamos robando con nuestra actitud, la
esperanza.
Elegí voluntariamente no ser parte del
gobierno precisamente para no perder mi independencia. Conozco y valoro al Dr.
Duque, sé que está hecho de tenacidad y de fortaleza, de preparación y de
sensatez, es humano y cometerá errores, pero es un hombre honesto cuya
sinceridad emana de su tranquilidad de conciencia; conozco sus capacidades y sé
que mientras más lo critiquen, mayor será su ritmo de trabajo y entrega en
favor del país.
Los problemas de Colombia son asunto de
todos y por ellos somos los únicos que podemos soñar, labrar y construir un
país de oportunidades, progreso y equidad para todos. Es el momento de respetar
la institución y la persona del presidente, de atender la guía del líder que
elegimos, pues de lo contrario le estamos sirviendo en bandeja la libertad y el
derecho al progreso, a un eventual totalitarismo en manos de un criminal
disfrazado de abuelita.
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